La economía tradicional de Bolivia fue agrícola e involucraba una disposición exclusivamente de crecimiento interno. Por otra parte, la incorporación de la economía minera, introdujo la tendencia del crecimiento hacia afuera. Este hecho creó una distorsión de la economía haciendo que el crecimiento hacia afuera fuera subvencionado y sacrificado por el crecimiento hacia adentro.

A costa de todos los beneficios que podría significar el incremento de la economía agrícola, la economía minera y petrolera han sido fuertemente estimuladas en el presente siglo. Estas son economías de exportación afinque las inversiones provienen en una proporción de la economía agrícola a través de la transferencia de capital del sector agropecuario a los otros sectores de la economía boliviana.
Este aspecto podría ser señalado en los bajos precios de productos agrícolas lo que hace a la agricultura de baja rentabilidad, disminuyendo la alternativa de crecimiento de los productores de alimentos en áreas de agricultura tradicional, a través de la transferencia al comercio y la industria de los beneficios conseguidos en producción agropecuaria tradicional y moderna.
Por otra parte es comprensible la imposición de la dependencia a producir y vender materias primas estratégicas para los intereses metropolitanos con consecuencias graves si se trata de evadir sus necesidades. Pero es importante señalar resueltamente que el crecimiento interno con un fuerte estímulo y fomento, generaría la satisfacción de necesidades fundamentales en la producción de alimentos. Esta necesidad básica y rentable económicamente de dejar de subvencionar a otros sectores a costa de la rentabilidad agrícola, contribuiría a un florecimiento de la industria agrícola.